Hermandad de la Trinidad

Cortejo del paso del Sagrado Decreto

Santa Cruz de Guía y Faroles

La costumbre de iniciar la cofradía con la Cruz de Guía no se generalizó entre las cofradías sevillanas hasta principios del siglo XIX, aunque algunas de ellas ya la sacaban en el siglo XVIII. Anteriormente las procesiones penitenciales eran abiertas por el Estandarte, como símbolo distintivo de la Cofradía. De hecho, las primeras Reglas de nuestra Hermandad especifica que debe encabezar la procesión el Estandarte acompañado de seis hachas. El hecho de que la Cruz de Guía abra el cortejo viene a significar que la procesión que comienza es cristiana, al ser la Cruz el símbolo de nuestra religión.

Nuestra actual Cruz de Guía es una obra de marquetería con incrustaciones de madera, que data de los años 50 y fue realizada por el hermano Enrique Cortés Miura. En 1992 fue enriquecida con nuevo fileteado en plata de ley en el taller de Orfebrería Triana. Los faroles que la acompañan son obra de Manuel Seco Velasco (1963).

Insignia Trinitaria

Cuando la Hermandad incorporó de nuevo el paso del Sagrado Decreto alteró el orden de las insignias. Con acertado criterio, el cortejo que antecede a dicho paso no tiene la significación pasionista de los otros dos, sino la alegórica de su representación. Por ello, la segunda de las insignias es una insignia trinitaria. Sobre un paño rojo galoneado en oro, un antiguo lienzo, de autor desconocido, representa a la Santísima Trinidad coronando a la Virgen María, en presencia de varios frailes trinitarios. Con esta insignia se nos prepara para el misterio que llegará a continuación, a la vez que se visualiza la vinculación de la Hermandad con la Orden Trinitaria.

Bandera Pontificia

Las hermandades que tienen concedido el título de Pontificia suelen incluir entre sus insignias la Bandera del Estado Vaticano. En nuestra Hermandad, ésta incluye el escudo del Papa que concedió dicho título a la misma en 1612, el Pontífice Paulo V. Fue realizada en el taller de Sobrinos de José Caro en 1970.

Guion Sacramental

La inclusión de insignias propias de las procesiones sacramentales en procesiones penitenciales ha sido discutida, al considerarse que debe reservarse para cortejos eucarísticos. En la actualidad, la mayoría de las hermandades que tienen carácter sacramental, además de penitencial, suelen incluir en su cortejo una insignia sacramental.

El carácter Sacramental de nuestra Hermandad viene dado por su unión con la Hermandad del Santísimo Sacramento de la Parroquia de Santa Lucía, desde el 6 de mayo de 1819.

En su génesis, los guiones sacramentales, eran un paño rígido con forma de mano cerrada que señalaba hacia el Santísimo Sacramento, por ello vuelto en sentido contrario de la marcha. Pero al ser llevado por un nazareno con capirote, la insignia se lleva hacia delante, lo cual para algunos desvirtúa su significado primitivo. La inclusión de una insignia de este tipo en el cortejo del paso del Sagrado Decreto viene determinada por la evidente relación del mismo con el misterio eucarístico, al representar el momento en el que Dios decide enviar al mundo a la Persona del Hijo para, con el sacrificio de su propia sangre, redimir al género humano del pecado. Nuestro Guion Sacramental presenta un diseño renovado con respecto a los clásicos. El formato del guion es rectangular en todos sus lados salvo en el inferior, que aparece lobulado y rodeado de una amplia moldura, mientras el frontal y el superior tienen una pequeña crestería. Como es tradicional en este tipo de insignia, va rematada en su parte baja por pequeñas campanitas. El paño bordado ha sido sustituido en este caso por una pieza de orfebrería, con la originalidad de ir calada, es decir, realizando una malla, en la que se insertan tres piezas repujadas: en el centro un cáliz y a sus lados haces de espigas y uvas. La insignia es una obra realizada por Orfebrería Triana en el año 1982.

Relicario de San Juan Bosco

La relación de la Hermandad con la congregación salesiana hizo que se incluyera a San Juan Bosco como titular de la misma desde 1986. Desde 2008 la insignia que recuerda a este titular en la procesión consiste en un relicario en plata, labrado por Orfebrería Andaluza, en el que se muestra una reliquia del santo fundador de los salesianos, donada a la Hermandad por dicha congregación religiosa. Va acompañada por dos faroles, obra también del taller de Orfebrería Andaluza en 2011.

Bocinas del Paso del Sagrado Decreto

El uso de las bocinas se remonta a los orígenes de las cofradías. De forma genérica y partiendo de los estudios que sobre la música se han hecho, estos nos indican que antiguamente el acompañamiento acústico en las procesiones penitenciales constaba de trompetas dolorosas y tambores destemplados. Su función era la de predisponer al público a la contemplación de los misterios pasionistas, además de anunciar su presencia. Las actuales bocinas no son, por tanto, sino un trasunto de las antiguas trompetas dolorosas; aunque también pueden considerarse como recuerdo de las que utilizaban las legiones romanas y los soldados que escoltaron a Jesús hasta el monte Calvario. Actualmente constan de un tubo en forma de corneta, bellamente repujado, del que pende un paño bordado.

En el caso de las que anteceden al paso del Sagrado Decreto, el paño bordado sobre terciopelo rojo tiene el escudo de la Hermandad rodeado de una orla bordada en oro de inspiración barroca. Los bordados fueron realizados por los Talleres León, según diseño de Dubé de Luque, en 1996.

Paso Alegórico del Sagrado Decreto de la Santísima Trinidad

Existe constancia documental que desde el siglo XVII la hermandad procesionaba el paso con el misterio alegórico de la Santísima Trinidad.

Desde un punto de vista estrictamente iconográfico, los misterios procesionales de la Semana Santa de Sevilla comienzan con este paso del Sagrado Decreto de la Santísima Trinidad, pues en él se anuncia la decisión tomada por Dios de que la Persona del Hijo bajase a la Tierra para padecer y morir en la cruz, redimiendo a la humanidad del pecado.

Como expresa San Pablo en su Carta a los Colosenses, Cristo vivificó el género humano “borrando el acta de los decretos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y elevándola en la cruz” (Col. 2, 14).

Se representa, en la trasera del paso, sobre una nube, las tres Personas que forman la Santísima Trinidad. Dios Padre, con gesto amoroso, decreta la entrega de su Hijo para que mediante su sacrificio en la Cruz y su Resurrección, la Humanidad sea redimida. Por ello Dios Hijo aparece con las llagas del martirio que está dispuesto a sufrir, y soporta sobre su hombro izquierdo una cruz arbórea de amplias proporciones cuyo extremo inferior descansa sobre la bola del Mundo. Dios Espíritu Santo aparece representado en forma de Paloma que se yergue con las alas desplegadas a modo de amparo y protección de la humanidad. Los tres haces de rayos que de Ella parten, uno por cada persona de la Divinidad, representan la unidad de Dios y la Trinidad de Personas.

Al lado del Hijo se representa a la antigua Iglesia, bajo la apariencia de mujer madura dormida, mostrando así el estado de sombras y sueños en el que se encontraba antes de la llegada de Jesucristo a la Tierra. De este estado despertará como la Iglesia de Dios que triunfa y se expande por todo el mundo al recibir la sangre derramada por el costado de Cristo en su pasión.

Tras la Santísima Trinidad, al lateral izquierdo de la imagen de Dios Padre, y tras Él, está la efigie representativa de la Fe. Sus ojos se encuentran levemente vendados, para mostrar que la fe no es completamente ciega sino que hay que razonarla, reflexionarla para ahondar en ella.

Frente a la Trinidad se representa a la Iglesia triunfante, a través de las figuras de los cuatro Padres de la Iglesia Latina, que ilustraron acerca de los misterios de la Redención: San Gregorio y San Ambrosio, de pie; San Agustín y San Jerónimo, arrodillados. Entre ellos, figura un pequeño ángel que simboliza el Amor Divino, que lanza su dardo al costado de Cristo, quien acepta por amor su sacrificio para redimir a la Humanidad.

En la parte delantera del paso, el Arcángel San Miguel hiere con una lanza al pecado, representado por el dragón, como alegoría de la exclusión del mal y su inaccesibilidad a cuanto rodea a Dios.

La imagen de Dios Padre tradicionalmente se mantenía como anónima del siglo XVII, posteriormente transformada. Con motivo de la restauración llevada a cabo en 1997 por Antonio J. Dubé de Luque, éste mantiene la autoría de la hechura de la cabeza a Juan de Mesa, al establecer coincidencias con el modelo, la técnica y el soporte, habitualmente utilizado por este autor. Por ello es posible que pudiera tratarse de una antigua imagen de San Juan transformada. La imagen de Dios Padre se aleja de la representación clásica de severidad, mostrando una actitud amorosa, comprensiva y paternal.

Sobre la imagen de Dios Hijo podemos decir que en 1912 Emilio Pizarro Cruz lo restauró y transformó, consistiendo este trabajo en dejarlo en madera, arreglo de cabeza y cara, hacerle la mano derecha, ponerle los ojos de cristal y encarnarlo. Por ello la autoría debemos asignársela a este escultor por la hondura de la transformación que llevó a cabo sobre la imagen que existía con anterioridad y de la que se desconoce su autoría, aunque su factura podría tratar de finales del siglo XVII o principios del XVIII. Dios Hijo se representa en actitud calmada y serena, incluso alegre, al asumir con amor el sacrificio terrenal para la salvación del género humano.

La paloma que simboliza a Dios Espíritu Santo fue tallada por Juan Mayorga en 1995. Se representa con las alas desplegadas en actitud de acoger bajo su gracia a toda la humanidad.

El Arcángel San Miguel es obra anónima del siglo XVII, habiendo sido restaurado en 2010 por José María Leal. La imagen de la Iglesia dormida se debe al escultor Miguel González, de 1940, restaurada en 2012 por Beltrán Castro-Palomino. A Dubé de Luque se deben las imágenes de la Fe en 1996 y de los cuatro Padres de la Iglesia Latina: San Gregorio en 1994, San Ambrosio en 1995, San Agustín en 1996 y San Jerónimo en 1997. El pequeño angelito que representa al Amor Divino es obra de Rodríguez Magaña, así como el dragón del pecado. Por último, la nube que sirve de trono a la Santísima Trinidad fue tallada por Lourdes Hernández Peña, y los tronos del Padre y del Hijo fueron tallados por Juan Mayorga y dorados por Mariano Rojo.

Las actuales andas procesionales de este paso alegórico fueron diseñadas por Antonio Joaquín Dubé de Luque. La carpintería del paso fue realizada por Francisco Bailac Cenizo, la talla por Juan Mayorga y el dorado por Mariano Rojo, labores todas ellas ejecutadas entre 1994 y 1998. Lleva figuras y relieves en plata de ley obra de Manuel de los Ríos.