Hermandad de la Trinidad

Cortejo del paso de Calvario

Senatus

El Senatus representa al antiguo estandarte de las legiones romanas, formado por un paño rectangular colocado horizontalmente (a veces verticalmente, en forma de banderín) que lleva inscrito las siglas SPQR (Senatus Populus Que Romanus) y que simboliza que los pasajes representados en los pasos que le siguen ocurrieron en la época de la dominación romana en Judea, por eso en nuestra cofradía abre el cortejo del segundo paso en vez de ir en el cortejo del primero, como en la gran mayoría de cofradías sevillanas, ya que el misterio que se representa en el primer paso es intemporal.

Naturalmente, la estética sevillana se ha impuesto al realismo y los actuales Senatus distan mucho de los que portaban los legionarios romanos, introduciéndose ricos bordados y lujosas astas de orfebrería para representarlos. El Senatus de la Hermandad de la Trinidad es una de las insignias de mayor valía artística. Se estrenó en 1950, realizada por el taller de Sobrinos de José Caro y presenta un paño de formato rectangular con una ancha greca bordada en oro, en la que destacan piezas de gran formato y excelente ejecución, como cuatro conchas de peregrino en cada una de las esquinas. El asta es obra de Manuel seco Velasco (1969).

En el año 2008 fue restaurado en los talleres de Jose Ramón Paleteiro

Bandera Negra

Las banderas tienen su origen en la imitación de las que usaba el Cabildo Catedral en las ceremonias de Semana Santa, pero que ahora no tienen más significado que el puramente estético. En realidad, son unas de las insignias más antiguas, pues los propios Estandartes no son sino banderas recogidas. En los pasos de Cristo suele ser de fondo negro con una cruz en el centro o cuarteándola. En nuestro caso, la Bandera Negra, que abre el segundo tramo del cortejo del paso de Calvario, se trata de un amplio paño cuadrado de raso negro, con la cruz trinitaria bordada en el centro. Está sostenido por un asta de metal plateado, rematada por la cruz trinitaria. Fue confeccionada en 1955 en el propio taller de costura de la Hermandad.

Guion conmemorativo del D Aniversario

A partir de un primitivo escudo de la corporación bordado en un antiguo paño de bocina sobre terciopelo morado que se conservaba desparejado, el Taller de José Ramón Paleteiro ha diseñado una original insignia en forma de guion, que conmemora el quinientos aniversario de la fundación de la Hermandad. El juego de varas que acompaña a dicha insignia también es singular, ya que se trata de un conjunto de antiguas varas que posesionaba antaño en nuestra cofradía, que han sido restauradas. Son de madera oscura, rematadas por el escudo plateado de la Hermandad.

Libro de Reglas

La última insignia del cortejo del paso del Calvario es el Libro de Reglas. El Libro de Reglas tiene hoy en día un marcado carácter simbólico y casi arqueológico, ya que su presencia en el cortejo tiene su explicación histórica: en la época en que los horarios eran mucho más flexibles que en la actualidad, caso de confluir dos (o más) Hermandades en un punto, exhibían sus Reglas para determinar cuál tenía derecho preferente de paso, en función de su antigüedad. Las pastas se estrenaron en 1950, con orfebrería de Cayetano González. Las láminas interiores, que representan a los Sagrados Titulares, han sido pintadas por Daniel Puch en 2011.

Bocinas del Paso de Cristo

Preceden al paso dobles parejas de bocinas de las mismas características que las del primer paso, aunque con distintos dibujos en cuanto a los bordados de sus paños. La labor de orfebrería fue realizada por el Taller de Hijos de Juan Fernández.

Paso del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas

En el capítulo 47 de la Regla de 1555, se establece que la única efigie que figura en el cortejo, cerrándolo, es la de un “crucifijo grande, que lo lleve un cofrade de los más altos”.

Es durante el siglo XVII cuando se configura este paso de misterio, compuesto por un Crucificado derramando hilos de sangre de sus Cinco Llagas, que la Magdalena recoge arrodillada en un cáliz, al tiempo que la Virgen y San Juan Evangelista permanecen erguidos al pie de la Cruz. Nos encontraríamos, por consiguiente, ante un Calvario tradicional que incorpora una referencia simbólica de carácter eucarístico: la sangre de Cristo como Fuente de la Vida que redime a la humanidad.

Con esta composición llegará el paso hasta el siglo XIX, cuando se encuentra acreditada la presencia de las otras dos Marías -Salomé y Cleofás-, asimismo arrodilladas. Por su parte, en una conocida cromolitografía de M. Grima, publicada en 1886, aparecen las dos escaleras apoyadas sobre el patíbulo martirial.

Será en la segunda década del siglo XX, al añadirse las figuras de los Santos Varones: José de Arimatea en pie a la izquierda del madero, y Nicodemo encaramado a una de las escalas envolviendo con la sábana el brazo derecho del Redentor, cuando se escenifique, como hasta hoy viene sucediendo, el momento inicial del Descendimiento. Nicodemo aparece subido en una de las escaleras, mientras José de Arimatea se encuentra al pie de la otra, a la izquierda de la Cruz. La Virgen de la Concepción y San Juan observan la escena, a la vez que María Magdalena sostiene en la mano diestra un cáliz en el que de manera simbólica recoge la sangre de Cristo. En la delantera del paso, María Salomé y María Cleofás sujetan el sudario con el que se amortajará el cuerpo del Señor.

La imagen del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas es obra de Luis Álvarez Duarte del año 2002. Mantiene los cánones clásicos de la imaginería sevillana, a pesar de ser una imagen contemporánea.

La imagen de María Santísima de la Concepción fue tallada por Antonio Bidón Villar en 1956. De posición frontal y con la cabeza elevada, dirige su mirada a Cristo en la Cruz. El manto que luce fue bordado sobre terciopelo negro en los talleres de Fernández y Enríquez. La diadema en plata sobredorada es obra de Román Seco en 1938.

La efigie de San Juan Evangelista (1,70 m.) es, hoy por hoy, la más antigua de cuantas configuran este paso de misterio, pues su factura parece dieciochesca. Sabemos que en 1746 se le renovó su policromía. Ya Bermejo ponderó en su momento su singular expresividad. El escultor Manuel Hernández León le talló un nuevo cuerpo anatomizado en 1984. Últimamente, en 2005, ha sido restaurado por Luis Álvarez Duarte.

De entre las tres Marías, la Magdalena es la que tiene acreditada una presencia más antigua en el conjunto escultórico. La desaparecida imagen barroca, que como la actual lucía una larga melena de pelo natural, se reencarnó en 1746. Está contrastada documentalmente la adquisición de una nueva efigie en 1807, que costó 450 reales. Se presume que la incorporación de las figuras de María Salomé y María Cleofás se produjo en el siglo XIX. Dos de las Marías que actualmente aparecen arrodilladas en las andas procesionales se fechan en 1917-1918, vinculándose su paternidad a Manuel Flichi y Ángel Rodríguez Magaña. La Magdalena (1,28 m.), arrimada a la cruz, sostiene en la diestra un cáliz en el que de manera simbólica recoge la sangre de Cristo; en la delantera del paso, María Salomé (1,10 m.) y María Cleofás (1,20 m.) sujetan la sábana con la que se envolverá el cuerpo del Señor. Conviene aclarar que la antigua Dolorosa de la Concepción, de Rodríguez Magaña, al ser sustituida por la efigie de Antonio Bidón, se transformó en la actual María Cleofás.

José de Arimatea (1,75 m.), cuya efigie fue esculpida por Ángel Rodríguez Magaña en 1918, lo encontramos erguido a la izquierda del patíbulo martirial, aferrado a uno de los extremos del sudario. Para la Estación de Penitencia de 2016, ha sido restaurado por Fernando Aguado.

Nicodemo fue esculpido por Antonio J. Dubé de Luque en 1998. De aspecto más juvenil que Arimatea, con su corta barba oscura, presenta los ojos pintados sobre la propia madera de cedro en que está trabajada la obra, descendiendo una lágrima por su mejilla izquierda.

El anterior paso procesional de este Misterio fue estrenado en 1934. Lo había comenzado a tallar José Gallego pero, ante las dificultades económicas para afrontar su terminación, fue trasladado a la casa del mayordomo Enrique Cortes Miura, quién se encargó de la finalización de la talla. Al parecer contó con el asesoramiento y ayuda del tallista José Gil, a quien tradicionalmente se le ha atribuido, y de Ricardo Pardal. El dorado de este paso lo realizó el dorador Joaquín González Ávila. En 1941 Rafael Fernández del Toro talló los candelabros de guardabrisas que fueron dorados por José Campos. En 1971 el paso fue restaurado por Antonio Martín Fernández quien sustituyó los antiguos respiraderos por otros de nueva factura. Estos nuevos respiraderos fueron dorados por Herrera y Feria un año después.

Para la Semana Santa de 2012 se estrenó el actual paso sobre el que procesiona el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas. Tanto su diseño, como la carpintería y la talla pertenecen a la labor del taller de Hermanos Caballero. El dorado del mismo es obra del taller de los Hermanos González.

En la Semana Santa de 2015 y teniendo en cuenta que este misterio ha tenido varias disposiciones durante el siglo XX y XXI, la hermandad opto por distribuirlas mejor en el espacio retrasando el cajillo del Cristo 45 cm, permitiendo así abrir la composición, triangulando la colocación de las imágenes de las Marías, Mª Magdalena que vuelve a la delantera, La Virgen y San Juan». De esta forma, las tres Marías sostienen La Sábana como elemento visual del paso y significativo del Descendimiento que es lo que representa el paso. María Magdalena conserva en su mano derecha el Cáliz como símbolo de la Sangre de Cristo y con la izquierda sostiene otro pico de la sábana.